Por qué me voy a convertir en mujer.
Es lo que dijo mi ahijada. Una niña de 4 años que entiende de qué van los anuncios publicitarios.
Y no es para nada disparatado lo que dijo. Ella aún no tiene los conceptos de patriarcado o matriarcado. Para ella el género aún no tiene más fuerza que el de ser diferente en algunas cosas.
Entre tantas puntadas que se avienta ésta es la que más me ha dejado marcado. Me puso a pensar en lo fácil que es dirigirnos por medio de mensajes genéricos, agresivos y con una llamada a la acción floja.
Acaba de llegar el bisturí.
Tener hambre nos pone de mal humor. Ok. ¿Para estar enojados hay que ser mujeres? ¿Ser mujer es ser débil y no poder controlar las emociones? ¿Si me quejo por tener hambre soy mujer?
Nuestros amigos se burlan de nosotros por sentirnos mal. ¿Entonces son nuestros amigos? ¿Vamos a asociar cualquier enojo, frustración, malestar con hambre?
¿Soy un exagerado por andar pensando estas cosas? Tal véz. Pero ¿Sabías que el ver televisión (agregando este tipo de anuncios) incrementa la violencia en un rango de 16% a 116% en las personas?
¿Hay que dejar de ver televisión? No.
Hay que hacer anuncios que aporten algo valioso a nuestros prospectos. La vieja AIDA es la compañera cada vez que escribes un anuncio.
Llama la atención, genera interés, crea un deseo y provoca una acción.
Pégate a ella como moco en alberca pública.
Si no tienes ni la más mínima idea ya sabes que yo te ayudo a crear un plan para crear un anuncio rompemuelas.