A pesar de ser un jovenzuelo de 34 años, por fortuna o por desgracia del destino me toco ser empleado 15 años… ¡Wow! Casi la mitad de mi vida.
A los 10 años, cuando iba el fin de semana con mi papá muchas veces él tenía que atender cosas de otras farmacias y yo me quedaba a ayudarle al encargado de la que estaba debajo de su casa: limpiaba, acomodaba el producto recién comprado, le acercaba lo que pedían los clientes, etcétera.
Todavía recuerdo ver los anaqueles gigantes, pensaba en lo alto que estaba todo y tener que usar la escalera.
Así fui subiendo la “escala corporativa” de la cadena de farmacias no sin antes probar suerte en otros trabajos como: encargado de un puesto de revistas, volantero, encuestador, validador de datos, capturista, entre otros.
Pero no fue hasta que comencé con mis propios negocios y me di cuenta de algo:
- La tostadería (venta de tortilla frita) representaba el 40% de mis ingresos.
- La farmacia representaba el 40% de mis ingresos.
- El empleo con mi padre representaba el 20% de mis ingresos.
Entonces me pregunte: ¿Cuánto era lo máximo que podía perder para afectar mis ingresos?
Estarás de acuerdo que, cualquier emergencia o compra impulsiva afecta nuestro presupuesto pero perder una fuente importante de ingresos es alarmante o ¡hasta de miedo!
(Espera, ¿Ya te diste cuenta de qué si renunciaba a mi empleo aún tenía el 80% de mis ingresos? Ok sigamos.)
Y me di cuenta de algo más, en la tostadería y en la farmacia tenía muchos clientes que representaban un porcentaje de mis ingresos: unos grandes, otros pequeños:
- En la tostadería tenía un cliente que me compraba por mayoreo y representaba el 30% de mis ventas semanales.
- En la farmacia tenía una familia completa como clientes que representaba el 10% de mis ventas semanales.
Si perdía a alguno de los dos me iba a empezar a tronar los dedos para recuperar la venta que ellos me generaban.
Esto es el Porcentaje de Riesgo Máximo en los Ingresos.
¿Pero si sólo tenemos un trabajo por cuenta ajena?
Sólo tenemos a un cliente: nuestro jefe y a la empresa para que la que trabajamos.
En realidad, siempre somos nuestros propios jefes. Somos quienes decidimos lo que queremos hacer con nuestra vida y nuestro tiempo. Lo que pasa es que algunos lo hacen por cuenta ajena y tienen jefes, mientras que otros lo hacen por cuenta propia y tienen clientes. Banano, banana.
En resumen, un emprendedor alquila su tiempo a su propio proyecto, obteniendo ingresos de varios clientes. Pero un trabajador alquila su tiempo para el proyecto de otro, obteniendo sus ingresos de un solo cliente.
Entonces, como empleado tienes igual o más riesgo que un emprendedor, además, si pierdes el trabajo, pierdes el 100% de tus ingresos. ¡Ahí está el riesgo!
Así que decir que un trabajo formal es más seguro que emprender… no es para nada cierto.