Dicen las encuestas que los millennials pierden más interés en el sexo año con año. Qué ya no les interesa eso de andar ligando y tener la posibilidad de seducir a otra persona.
No lo dudo ni poquito. En general creo que nos estamos volviendo unos blandos.
Y por supuesto que no quisiera que regresara un Gengis Khan o un Hitler.
¿Pero eso de no querer buscar a tu otro en el mundo? ¡Venga!
En los años noventa cuando yo apenas estaba entrando a la adolescencia yo ya empezaba a tener mis primeras clases de seducción con los amigos de la colonia en los bailes y tocadas. Salsa, banda, merengue, rock, guaracha, activo, chelas y cigarros eran los ingredientes.
La ves directo a los ojos, la sacas a bailar, la abrazas, le soplas a la oreja y si no te hace para atrás la besas en la boca y empiezas a fajar. Decían mis amigos. Nunca lo hice y nunca lo intente. No le veía sentido.
Hasta que descubrí al Violinista un blog de seducción de un español que me sirvió para conocer todo ese mundo que después me enteré que ya llevaba años desarrollándose.
Así conocí a David DeAngelo pero con el nombre de Eban Pagan. El modelo de Jim Camp y Tony Robbins llevado al nicho de la seducción. La seducción llevada al marketing.
Y en realidad se trata de eso.Nada más. De cómo podemos seducir al otro para que intercambie su preciado dinero que le ha costado tiempo y esfuerzo. De por qué dar su dinero para adquirir tu producto o servicio. De cuándo es el mejor momento para adquirirlo.
La seducción es esa arma que debes usar en toda tu comunicación.
Si la usas para bien o para mal, es tu decisión.
Atención, interés, deseo y acción. Nada ha cambiado. No quieras inventar la rueda.