Los obreros sabían su lugar en la ciudad.
Habían dejado la libertad o la oportunidad de decidir más cosas que en su nueva ubicación.
Formaron sindicatos.
Lucharon con la ilusión de generar unidad ante lo inevitable.
Una masa homogénea que avanzaba a todo vapor en contra de lo establecido.
Sabían su lugar.
Ahora el profesionista tan acostumbrado a la nueva esclavitud, no se encuentra.
Sólo encuentra la comodidad de la deuda.
Hola esclavitud.