Obras son amores y no buenas razones.
Antes me tenía que morder la lengua para comenzar a mostrar todo el “plan maligno” a quién me pedía la opinión de algún negocio:
Adquirir prospectos de tal canal, convertirlos con tal secuencia de correos, establecer una garantía sólida como el acero, nutrir la relación con tal sistema y conseguir referidos por medio de algún incentivo.
Todo les parecía perfecto hasta que me decían: suena muy bueno el plan y no hacían nada.
Ahora siempre pregunto: ¿Lo vas a hacer? Si no, ¿Para qué gasto mi saliva y mi tiempo?
Y la verdad que me puedo pasar horas platicando acerca de negocios, marketing, diseño, y más temas; sólo que ahora cuido mi tiempo.
Tiempo es lo único que no tenemos.
Decide que hacer con tu tiempo y tendrás el poder de hacer cosas grandiosas.
¿Ya te anotaste?