Pancho siempre iba a los videojuegos de la farmacia.
La neta era medio menso para jugar y cuando ganaba era por qué trababa con Dalsim o le pedía a su cuate que nos ganara.
El vendía merengues en el tianguis.
Algunos días llegaba con la tabla llena, a veces a la mitad pero nunca vacía. El muy canijo se iba a gastar lo que ya había vendido.
Pero lo recuerdo por una sola cosa: se iba a su casa con todo vendido.
Me parecía muy curioso ver llegar a nuevos incanutos caer en sus redes de estafa y musties.
(Ahora que lo pienso e igual alguien le enseño el truco de “los de la bolita” y él lo adaptó.)
Bueno, el punto es que el perdía a propósito los 3 primeros volados para después sacar su moneda de dos caras iguales sin que lo vieran (que chicho el muchacho) y ganar el triple o nada. Así se pasaba con dos más y ya acompletaba su cuenta.
Lo que no me parecía correcto es ir estafando a la gente.
Pero Pancho tenía un plan infalible, encontró una forma para nunca perder.
Lo que no te he dicho es que él era el sustento de su casa. Su mamá a veces iba por él con chancla en mano.
Cuando uno no tiene opción es necesario rifársela y ganarle a todas las apuestas.
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