Esa rubia de ojos azules, medidas perfectas, nariz respingada, labios delgados y barba partida. No es lo mismo que decir esa mujer comprensiva, amorosa, alegre, perseverante y trabajadora.
Los beneficios siempre superarán a las características. Es la consecuencia de las características y sobretodo hablan a tu prospecto. Le dicen que va a ganar al usar tu producto. Se trata de ellos, no de tu producto.
A nadie le importa si es verde, blanco o rojo. A nadie le importa si es alto o bajo. Lo que sí les importa es que tanto van a lograr con el. Cómo va a mejorar sus vidas. Como va a ahorrarles tiempo o a darles un plus.
¿Entonces por qué te aferras a decir siempre las características de tus productos o servicios?
Deja esa información hasta el último, cuando tengan dudas y tengan que liberarse de todos sus miedos. Que la razón los ayude.
Los beneficios son esos pequeños demonios que le susurran, que le emocionan, que le seducen al oído, que les hacen sudar las manos y salivar. Que los llevan a un trance.
Olvídate de las características. No vendes manuales, vendes experiencias.