El día que fui a comprar unas cosas a la Merced me regrese en Uber al negocio de mi madre y me llamó mucho la atención una lona gigante con una cantante colombiana tipo modelo publicitando un restaurante con música en vivo. Ella era la atracción principal.
Tengo la costumbre de primero ver las imágenes publicitarias y luego leer el texto. Y claro que lo primero que pensé fue:
¡Ah chinga, qué tabledance tan atrevido con esa lona tan grande! (¿Lo conoceré? jajaja)
Y el asunto es que estoy de acuerdo que hay que llamar la atención hacía nuestros negocios pero hay que saber que queremos comunicar.
Éste restaurante esta dirigiendo su comunicación al morbo y hasta dónde yo sé, uno va a un restaurante a comer.
Pero la pregunta es ¿Quién decide el lugar a dónde ir a comer? ¡La mamá, la esposa, la novia, la pretendienta!
Si ya sé que los hombres caballerosos y galantes (como yo) solemos pagar. Pero eso no quiere decir que nosotros decidamos la compra.
Y ahora la otra cara de la moneda: En el camino a mi casa hay un negocio de venta de albercas con vista a una avenida principal. Ah pues ellos cuando se promocionan ponen un brincolín y a unos payasitos a hacer globos.
¿¡En serio!? Si son de los pocos permitidos y justificados para poner gente en bikini jugando con pelotas y agua.
Amigo, amigo, amigo.
Tenemos que conocer a nuestra comunidad, tener bien clara nuestra propuesta de valor, comunicar mensajes ultra dirigidos.