Practicando mis errores calculadamente.
Karina, una niña morena, super delgada, parte del grupo de las populares de la primaria, era mi enamoramiento.
A la hora de la entrada siempre buscaba su mochila morada para ver su cabellera negra, lacia y larga.
Básicamente era yo un acosador en potencia. 😛
Le hablaba lo suficiente para no ponerme rojo: un hola y adios.
Pero un día entró en mi el espíritu de casanova y me decidí a conquistar su corazón. Tenía su carta en un sobre que contenía un mensaje en el que le abría mi corazón. Lo deposité en su mochila sin que se diera cuenta y me puse a esperar al otro día y luego otro y así pasaron las semanas.
Nunca me dijo nada.
(Inicia escena conmigo en primer cuadro, sentado afuera de la casa pensando que había estado mal)
Me decidí a que nunca más me iba a pasar. Entonces tuve un solo objetivo en mente: Quitarme lo penoso.
Me puse a hablarle a todas las niñas que encontraba en mi camino: las primeras veces era un simple “hola”, poco a poco paso de eso a un “hola, ¿Cómo te llamas?” hasta llegar a platicar un rato. Había muchas que ni me volteaban a ver, otras que se volvieron muy amigas mías.
Calcule mi riesgo y me puse a practicar.
¿Tu te pones rojo y te detienes a rifarte?
Empieza con lo mínimo y practica. Crea tu ambiente controlado y ve aumentando el riesgo.
Es lo mismo con el sexo opuesto y los negocios: conquista tus miedos y practica hasta dominarlos.