Ella entro a la disco (si, en mis tiempos existan) y algunos voltemos a verla. Cabello rojo, maquillada para la ocasión. Atributos moderados. Tacones que ayudaban al contoneo.
Si la hubiera visto en el metro me hubiera parecido una mujer más.
Pero la hubieras visto mi estimado. Seguramente te ha pasado con alguna de esas mujeres que te hipnotizan. Que claramente no son modelos y nunca saldrán en las telenovelas pero tienen ese no se qué que no permite quitar la mirada de ellas.
Y para nada era su físico. Ella tenía que jugar con otras armas. No era su ropa ni sus accesorios y mucho menos su maquillaje.
Ella traía todo el flow y es que en esos años apenas llegaba el reggaeton a Iztapalapa y sonaba por todos lados.
Y ese flow es del que te hablo. La actitud. Ese brillo que solo algunos desarrollan. Que mata hasta al más preparado. Me cae que hasta el más payaso podía caer en sus redes.
En cambio yo era uno de esos que se sientan en el rincón más oscuro. Sin saberlo de antemano. Mi cuate “el bolas” la llevo a la mesa y platicamos. Que mujer. Y a los pocos minutos nos pusimos a…
No importa que lo sepas todo. No importa que seas el mejor ejecutando. No importa si tienes todas las credenciales. Si tienes una actitud de m*erda, nada vale.
Te toma más de 16 años desarrollar aptitudes para la vida, pero si no tienes actitud no valen para nada.